En una atmósfera bien conocida por quienes vivimos en este lado del mundo, el chico va lidiando con su relación familiar, con la violencia tácita de la calle, la soledad y la nostalgia de una etapa de su vida que tiene que dejar atrás y lo canaliza a través de la relación con sus compañeros de banda y los sueños que tejen.
Los actores encarnan con mucha soltura a los personajes y me quedó un buen
sabor al término del film, es una especie de homenaje a las bandas de barrio y
a esas adolescencias vividas entre ensayos y salidas con amigos, una película
sencilla pero bien encarada y dirigida por el director Samuel Kishi.
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